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MYANMAR: MÁS DE UN CENTENAR DE MUERTOS POR ENFRENTAMIENTOS ENTRE LA MINORÍA ROHINGYA Y EL EJÉRCITO B

La población rohingya es un grupo étnico que profesa la religión musulmana, en su vertiente sunita. Sin patria que les reconozca como integrantes de su nación, despreciados por Birmania (que les considera inmigrantes ilegales), y por Bangladesh (país que, en teoría debería acogerles por su origen bengalí), están repartidos en diversos países asiáticos, viviendo en condiciones de supervivencia y siendo objeto de toda clase de tratos crueles e inhumanos, situación derivada de la carencia de status como nacionales de algún Estado. El grupo más numeroso de rohingya se encuentra en la región de Rajine o Arakán, de mayoría budista, al noroeste de Myanmar; constituyen, pues, más de una cuarta parte de los habitantes de esta región, la menos desarrollada del país, con 78% de su población viviendo bajo el umbral de la pobreza, según las cifras más recientes del Banco Mundial. Tanto durante el gobierno militar que gobernó dictatorialmente el país desde 1962, como en el régimen actual, encabezado por la Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, no han cesado las persecuciones policiales y militares contra esta minoría, haciendo que decenas de miles huyan a países fronterizos, en busca de refugio.

El último episodio de violencia se vivió el pasado viernes 25 de agosto, cuando el “ARSA”, grupo armado que afirma defender los derechos de los rohingya, atacó una veintena de comisarías. En respuesta, el gobierno atacó con extrema violencia diversas aldeas en la frontera entre Myanmar y Bangladesh, resultando muertas más de 100 individuos rohingya. En paralelo, estos últimos días, de acuerdo con la ONG Human Rights Watch, más de 5.000 personas han cruzado la frontera entre Birmania y Bangladesh, para escapar de la violencia; ante lo cual el Estado bangladeshí les ha cerrado las puertas, deteniéndoles y devolviéndolos a Birmania.

Horas antes del episodio que aquí comentamos, el ex Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, presento, a pedido de las autoridades birmanas, un informen en el que advertía de la gravísima situación de esta etnia de confesión musulmana, y de la necesidad de que se le reconozcan sus derechos humanos y su situación como minoría dentro de Birmania. Así también, el Papa Francisco ha expresado su preocupación por la situación de este grupo, por lo que el caso de los rohingya será el punto central a tratar en el viaje que el Sumo Pontífice realizará a Birmania y Bangladesh a finales de noviembre de este año.

La población rohingya es un grupo étnico que profesa la religión musulmana, en su vertiente sunita. Sin patria que les reconozca como integrantes de su nación, despreciados por Birmania (que les considera inmigrantes ilegales), y por Bangladesh (país que, en teoría debería acogerles por su origen bengalí), están repartidos en diversos países asiáticos, viviendo en condiciones de supervivencia y siendo objeto de toda clase de tratos crueles e inhumanos, situación derivada de la carencia de status como nacionales de algún Estado. El grupo más numeroso de rohingya se  encuentra en la región de Rajine o Arakán, de mayoría budista, al noroeste de Myanmar; constituyen, pues, más de una cuarta parte de los habitantes de esta región, la menos desarrollada del país, con 78% de su población viviendo bajo el umbral de la pobreza, según las cifras más recientes del Banco Mundial. Tanto durante el gobierno militar que gobernó dictatorialmente el país desde 1962, como en el régimen actual, encabezado por la Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, no han cesado las persecuciones policiales y militares contra esta minoría, haciendo que decenas de miles huyan a países fronterizos, en busca de refugio.   El último episodio de violencia se vivió el pasado viernes 25 de agosto, cuando el “ARSA”, grupo armado que afirma defender los derechos de los rohingya, atacó una veintena de comisarías. En respuesta, el gobierno atacó con extrema violencia diversas aldeas en la frontera entre Myanmar y Bangladesh, resultando muertas más de 100 individuos rohingya. En paralelo, estos últimos días, de acuerdo con la ONG Human Rights Watch, más de 5.000 personas han cruzado la frontera entre Birmania y Bangladesh, para escapar de la violencia; ante lo cual el Estado bangladeshí les ha cerrado las puertas, deteniéndoles y devolviéndolos a Birmania.   Horas antes del   episodio que aquí comentamos, el ex Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, presento, a pedido de las autoridades birmanas, un informen en el que advertía de la gravísima situación de esta etnia de confesión musulmana, y de la necesidad de que se le  reconozcan sus derechos humanos y su situación como minoría dentro de Birmania. Así también, el Papa Francisco ha expresado su preocupación por la situación de este grupo, por lo que el caso de los rohingya será el punto central a tratar en el viaje que el Sumo Pontífice realizará a Birmania y Bangladesh a finales de noviembre de este año.

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