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COMENTARIOS A LA POLITICA EXTERIOR DE TRUMP A 6 MESES DE ASUMIR LA PRESIDENCIA


Definimos el concepto de Politica Exterior, como aquella conformada por conductas, posiciones, actitudes, decisiones y acciones que adopta un estado más alla de sus fronteras, que se fundamentan en el interés nacional y la seguridad nacional y en objetivos concretos de carácter económico y político básicamente. Dicha política se sustenta en un proyecto específico y depende de la capacidad de negociación internacional del Estado y de la sociedad civil. A su vez, la política exterior es determinada por los factores de situación tanto internos como externos y sigue las pautas de la política poder y la política de presión1, en este sentido cuando un Estado se traza determinados propósitos, señala sus objetivos y procedimientos para alcanzar sus fines orientado siempre a las aspiraciones de desarrollo social y económico, pero por sobre todo al anhelo de paz y seguridad mundial, nos encontramos frente a un Estado con una Politica Exteriror promotora de la legalidad y de la defensa de los derechos humanos.


Más de 6 meses han pasado desde que Donald J. Trump asumió el mando como 45° Presidente de los Estados Unidos. Por tal motivo, en este espacio, analizaremos algunas de las principales acciones de su política exterior. A pocos días de ejercer la presidencia firmó una orden ejecutiva referida al retiro de los Estados Unidos de América del TPP, el otrora tratado comercial más grande y ambicioso del mundo que representaba el 40% del PBI mundial, un tercio del comercio global y un mercado de 800 millones de personas, esta rauda primera acción puso en manifestó la inexorable intención de empezar la renegociación del TLCAN, hecho que cada vez está más cerca de concretarse - y aunque depende en buena medida de la voluntad de México y Canadá - este nuevo tratado probablemente tomará más de un año en entrar en vigor; la senda hacia las políticas proteccionistas y aislacionistas, se ensancha cada día más para los Estados Unidos, pero si nos remitimos a los números, vemos que desde 1994 - año en el que entró en vigor el TLCAN - se generaron solo en Estados Unidos 5 millones de puestos de trabajo, el comercio con México alcanzó en 2015 más de 500 mil millones de dólares (más que la suma del PBI de Chile y Perú) un aumento de casi 5 veces desde el año 1992, además de ser el país azteca el segundo mayor destino de las exportaciones estadounidenses.


De otro lado, recordemos la firma de la orden ejecutiva 13769 titulada como "Protección de la Nación contra la entrada de Terroristas Extranjeros en Estados Unidos" cuyo objeto fue limitar la inmigración y el viaje de cualquier nacional de Irak, Irán, Siria, Somalia, Sudán, Yemen y Libia a los Estados Unidos, por el solo hecho de haber nacido en estas tierras del petróleo (excluyo a Somalia y Yemen), por 90 días así como la suspensión del Programa de Admisión de Refugiados por un plazo de 120 días, la pregunta entonces fue ¿Por qué adoptar una medida tan controversial e insensata contra países que no albergaron a grupos terroristas que hayan atentado directamente contra Estados Unidos? ¿Por qué excluir de la lista a la Arabia Saudita de Al Qaeda o al Egipto de Los Hermanos Musulmanes? ¿Dónde quedaron Afganistán y Pakistán? Las respuestas son tan sencillas como para entender que ningún Estado en donde Trump tiene intereses empresariales ha sido objeto del veto, y es que la elección pareció obedecer más a la fortuna de los juegos de lotería que a una selección racional y analítica propia de un estadista. El discurso "anti-inmigración" y "anti-musulmán" de campaña se materializó en medidas contrarias al compromiso global de ejecutar una política exterior al servicio de la paz y la democracia, amén de que la Corte del Noveno Circuito de Apelaciones mantuvo la suspensión de la susodicha orden.


En cuanto a la promesa de construcción del muro en la frontera entre México y los Estados Unidos, esta se ha mantenido intacta, recordemos que en su primera semana como mandatario Trump firmó una orden ejecutiva que autorizaba su construcción, y aunque durante su primer semestre de gobierno las únicas muestras para ejecutar el infortunado proyecto no han sido más que amenazas e intimidaciones mediáticas al punto de encontramos en un estancamiento diplomático que mantiene enfrentadas a ambas naciones por los constantes roces entre Peña Nieto y Trump, ya se asoman los primeros pasos para su materialización. El 27 de julio del presente, la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense aprobó un incremento en el gasto militar de 68 mil millones de dólares para el año fiscal 2018, que incluye la suma de 1600 millones de dólares destinados en la construcción del mencionado muro, esta votación representa para el gobierno republicano una escueta victoria, al menos hasta antes del receso de agosto, ya que la pelea continuará con los demócratas en el Senado en los siguientes meses. Por lo pronto la frontera de casi 3185 km. permanecerá indemne.


Por otro lado, las recientes sanciones primero contra 13 funcionarios del Gobierno venezolano a quienes se les congelaron sus cuentas bancarias en los Estados Unidos y posteriormente la aplicación de sanciones similares contra el Presidente Nicolás Maduro, que además de congelar los activos que tuviera en Estados Unidos, se prohíbe a los ciudadanos estadounidenses establecer cualquier vínculo con él, son el reflejo de que estas acciones aparentan más un carácter simbólico que una decisión cuyo objeto sea apalear la ya deteriorada economía del país llanero, y es que sancionar directamente a la industria venezolana sería contraproducente, ya lo mencionó el propio Washington Post2 refiriéndose a un posible incremento que experimentaría el precio de la gasolina en Estados Unidos en caso se sancione a la industria petrolera de Venezuela; en esta línea, la premisa se enmarca en que cualquier futura sanción debe afectar exclusivamente al gobierno mas no a la población.


Desde que Donald Trump inicio las políticas para cumplir con su eslogan de campaña “Make America Great Again”, sus acciones han mostrado que su política exterior mantendrá esa natural actitud de imposición de poder en pro de conservar la hegemonía. Esperemos que antes de finalizar este año, el poco interés en mantener relaciones amistosas y cordiales con la comunidad internacional y la exigua tolerancia e inflexibilidad en el manejo de poder sean pronto desplazados.


[1] Rafael Velasquez Flores, Introducción al Estudio de la Politica Exterior de México, Mexico 1999, pag. 29

[2] The Washington Post, Edicion del 31 de julio de 2017

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