Los desafíos más importantes de la Unión Europea tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo
Luego de los resultados de las últimas elecciones al Parlamento Europeo, la elección de Úrsula von der Legen como presidenta de la Comisión Europea, así como, la designación de Christine Lagarde como futura presidenta del Banco Central Europeo, podemos analizar cuáles serán los desafíos claves a los que se enfrentarán en este nuevo equilibrio de poder dentro de la Unión Europea. Europa ha visto un deterioro de su imagen a causa de la confluencia de crisis internas y movimientos populistas y está experimentando una pérdida de su poder relativo en comparación con nuevas potencias emergentes en Asia, y respecto a sus rivales externos incluido Estados Unidos.
En un contexto de cambios estructurales profundos como la globalización, el avance tecnológico, el cambio demográfico y las nuevas migraciones, así como la necesidad de migrar hacia fuentes de energía menos contaminantes, la UE debe buscar mayor integración y proyectos comunes. Entre los temas que más inversión de tiempo y capacidad de decisión exigirán de parte de sus líderes, se encuentra la crisis migratoria, el cambio climático, el Brexit, una mayor institucionalidad al interior de este organismo y afrontar un lento crecimiento económico.
Las cuatro grandes familias o grupos políticos dentro del Parlamento Europeo: los Socialistas y Demócratas (S&D, centroizquierda), Partido Popular Europeo (EPP, centroderecha), los Liberales, y los Verdes, éstos dos últimos con un gran auge en estos últimos comicios del 23 de mayo, conforman, con sus matices, un sector que se identifica con los principios de la democracia liberal, pro europeos, pro lucha contra el cambio climático. Si bien, los Socialistas y los conservadores no obtuvieron la mayoría, rompiéndose así el bipartidismo de estas dos grandes fuerzas que controlaban el Parlamento, buscarán alianzas entre los partidos que han aumentado sus escaños: Los Verdes y los Liberales. En comparación con las elecciones del 2014 donde obtuvieron 54 escaños, los Verdes liderados por Ska Keller obtuvieron esta vez 69 escaños, mientras que los liberales (ALDE) se consolidan como la tercera fuerza dentro de la Eurocámara con 105 escaños. Estos últimos buscarán mantener su perfil dentro del parlamento, poner en agenda temas que antes no se discutían, a la vez, establecer estrategias de cohesión que den predominancia a sus intereses políticos y que eviten el fortalecimiento de discursos populistas, xenófobos, que propugnan falsos dilemas entre una visión securitaria versus una visión más progresista y humanitaria en Europa. Al mismo tiempo, las fuerzas políticas de tendencia populistas y xenófobos que dominan en Italia, Francia o Suiza han sufrido un desgaste de poder después de su aparición en la escena política y no cumplieron con sus expectativas de obtener una mayoría (pasaron de 154 a 172 escaños), sin embargo, el retroceso es más bien un estancamiento.
En ese contexto, Úrsula von der Legen ha sido confirmada por el Parlamento electo como presidenta de la Comisión Europea con el respaldo de 383 eurodiputados, 327 en contra y 22 abstenciones, con solo 9 votos de margen a su favor (la mayoría absoluta son 374). Con este ajustado resultado su posición se revela bastante frágil políticamente, lo cual resultaría más complejo empujar las reformas que planteó en su primer discurso de investidura dentro de una Eurocámara bastante fragmentada y con divisiones geográficas. Los resultados de las elecciones parlamentarias han demostrado que los liberales y demócratas europeos aún mantienen la preeminencia sobre las fuerzas de tendencia populistas y euroescépticas, que saltaron a la palestra en las elecciones pasadas y cuyo objetivo de dominar el seno legislativo no se cumplió. Ahora que tenemos un nuevo parlamento y las principales autoridades de Unión Europeas han sido elegidas se hace urgente la unión de todos los Estados miembros para enfrentar los particulares retos a los que se enfrenta la UE en el siglo XXI. Uno de los desafíos que heredan los nuevos líderes, especialmente, la presidenta de la Comisión Europea, es el de lograr un entendimiento al interior de Europa para dar una respuesta común frente a la crisis migratoria.
Este es un gran desafío para la Unión Europea dado a que ha sido difícil lograr un consenso amplio debido a la polarización política al interior de cada Estado europeo. El desafío es alcanzar una política migratoria común y un procedimiento único de asilo para toda la UE, que logre adaptarse a la realidad interna de cada país. En la última Cumbre UE Sur, donde se reúnen los líderes de los países del mediterráneo, Giuseppe Conte señaló que “los flujos migratorios descontrolados crean insatisfacción entre los ciudadanos europeos y desafecciones sobre la casa común"[1]. Ciertamente, el gobierno italiano ha expedido diversos decretos migratorios para impedir el desembarco de barcos de inmigrantes que intentan desembarcar en sus puertos, además, de establecer altas multas a ciudadanos que intenten ayudar a inmigrantes ilegales. En esa línea la propuesta de Úrsula von der Legen, plantea un mayor apoyo a los países mediterráneos, “que los países europeos alcancen un acuerdo eficaz y humano, y que conlleve la repartición de la carga de los países más expuestos geográficamente a la llegada de flujos migratorios, como Italia, España o Grecia” [2]. Según fuentes del Consejo Europeo, existen dos rutas de migración identificadas, la ruta del mediterráneo oriental, de aquellos migrantes que huyen del conflicto sirio e intentan realizar la travesía marítima entre Turquía y Grecia, y la ruta del mediterráneo central, siendo la más creciente y peligrosa, donde los migrantes procedentes de África subsahariana y África del Norte pasan por Libia en su camino hacia Italia [3].
Por otro lado, las medidas establecidas desde el auge de la crisis migratoria en el 2015, han logrado tener cierto impacto, no libre de polémica, sobre la presión migratoria en Europa. Un ejemplo de ello es el acuerdo de cooperación UE-Turquía sobre refugiados, que consiste en que la Unión Europea se comprometió a desembolsar 6 mil millones de euros, exoneración de visa y aceleración de ingreso de Turquía a la UE, a cambio Turquía se comprometió a aceptar a todos los migrantes irregulares que ingresen por aguas turcas y aquellos migrantes que no necesiten protección internacional y que ingresen de Turquía a Grecia. Sin embargo, este acuerdo ha sido objeto de críticas por las condiciones en que mantienen a los inmigrantes en la frontera entre Grecia y Turquía. Además, existen otros desafíos como atacar el problema del tráfico y trata de personas migrantes, así como, una política desde la UE que ataque el problema desde la raíz, con programas de desarrollo que ayuden a disminuir los conflictos en África. La gestión de la migración a nivel de la UE es clave, dado que existe la capacidad material de respuesta en conjunto, pero es necesario que exista una mejor distribución de la presión migratoria que no sólo recaiga en los países del mediterráneo que son los de primera línea en recepción de refugiados.
En esa línea, el catedrático de Relaciones Internacionales, José Antonio Sanahuja nos explica: “No se trata solo de triunfo electoral de Donald Trump, del Brexit, o del ascenso de la extrema derecha xenófoba en la UE. Ese desplazamiento a la derecha se extiende a los partidos tradicionales, que asumen y normalizan esas posiciones para evitar perder votos o respaldo social, y es parte de una dinámica más amplia de creciente polarización política que se observa en muchos países” [4]. De hecho, lo clave respecto al ascenso de nuevos partidos de extrema derecha, ultranacionalistas es que han logrado una representación política al interior de los Estados de la Unión Europea, así como, en el Parlamento Europeo a costa de un resentimiento social en un sector demográfico característico, pero, además, han logrado insertarse en el debate político y en la percepción que los europeos tienen de la crisis económica y social que vive Europa. Los gobiernos populistas de extrema derecha en Polonia, Hungría, Italia o Austria construyen un discurso de odio hacia los migrantes e instrumentalizan este contexto inédito de migración con fines políticos aprovechando la gestión ineficiente de los gobiernos para responder a la crisis migratoria.
El cambio climático, es otro desafío para la Unión Europea. A nivel internacional, Europa se ha comprometido en la lucha contra el cambio climático al suscribir el Acuerdo de París de 2016. Para cumplir con ese acuerdo ha establecido metas internas ambiciosas, como lograr la reducción de gases de efecto invernadero (GEI) en un 20% para el 2020 y en casi un 40% para el 2030 en comparación con 1990, en el que todos los socios europeos se han comprometido. Asimismo, Europa se ha planteado lograr la meta de neutralidad climática para el 2050. Según la PNUD, la neutralidad climática es el proceso de medir, reducir y compensar las emisiones de GEI, es decir, lograr la reducción entre 80 y 95% de emisiones de GEI. Si bien, existe un consenso mayoritario en la sociedad europea y de gran parte de la élite política de Europa respecto a la necesidad de luchar contra el cambio climático, en la práctica varios países se ven renuentes a profundizar los compromisos adquiridos, entre ellos Polonia cuya base productiva sigue siendo el carbón. De hecho, realizar la transición a una base energética más limpia es un reto para todo país con el riesgo de dañar sus industrias y economías.
En el 2015, se puso en marcha una medida para impulsar la transición de la economía hacia una menos contaminante. Así, la Comisión Europea adoptó el plan de acción para una economía circular, que determina el ciclo de vida de los productos para lograr su reutilización máxima y la eliminación de los residuos. En esa línea se detalla que “El plan de acción establece 54 medidas para “cerrar el círculo” del ciclo de vida de los productos: de la producción y el consumo a la gestión de residuos y el mercado de materias primas secundarias. También determina cinco sectores prioritarios para acelerar la transición a lo largo de sus cadenas de valor (plásticos, residuos alimentarios, materias primas críticas, construcción y demolición, biomasa y biomateriales)” [5].
Respecto al Brexit, los resultados en estas elecciones fueron contradictorios y caóticos. Durante estas elecciones al Parlamento Europeo, a nivel nacional, en el Reino Unido, se arrojaron resultados ambivalentes. Por un lado, el “Partido del Brexit” de Nigel Farage, obtuvo el 31,6% siendo el más votado y obteniendo 29 eurodiputados de los 73 asignados al Reino Unido. Por el otro lado, la fórmula del Partido Liberal-Demócrata (anti-Brexit) obtuvo la segunda mejor votación con 20% de los votos, obteniendo 16 escaños en el Parlamento. Sumado a los partidos nacionalistas galeses, los Verdes y Change UK, supera el resultado de la fórmula a favor del Brexit. Durante dos años, el
gobierno de Theresa May negoció una propuesta de salida con la Unión Europea que quedó entrampada en el parlamento británico, lo cual devino en su renuncia. Tras la llegada de Boris Johnson, el 24 de julio, al cargo de primer ministro expresó su firme posición de lograr una salida de la Unión Europea, y cumplir con el mandato popular que escogió la salida del Reino Unido en el referéndum realizado el 2016 [6].
Así, se habló de posibles escenarios entre una salida sin acuerdo o “Brexit duro”, que el Reino Unido acepte las consecuencias de su salida de la UE y se llegue a un acuerdo, o que se siga aplazando un divorcio que no llega a su fin. Cualquiera de las posibilidades, afectará tanto al Reino Unido como a los 27 socios comerciales de la UE. Así, el comercio intracomunitario es equivalente al 47% de las exportaciones del Reino Unido, mientras que, las importaciones del Reino Unido 51% procede de Estados miembros de la UE, principalmente Alemania con un 14%, Países Bajos 7% y Francia 5% [7]. En esa línea, la principal pregunta es cómo serán las relaciones comerciales, una vez que se ejecute el Brexit, cuando ambas partes dejen una relación económica libre de aranceles. La salida del Reino Unido de la unión aduanera implicará serias dificultades para el comercio en los diversos sectores económicos, ya que se impondrán nuevas barreras arancelarias más duras y a la circulación de mano de obra que impactará a ambas economías. Por otro lado, una salida sin acuerdo o un “Brexit duro” implicaría que el Reino Unido tendría que comerciar con Europa a través de la OMC. Con nuevas reglas comerciales y sin poseer la logística necesaria para las inspecciones de miles cargamentos en los puertos principales, el Reino Unido no está preparado para afrontar una opción de salida sin firmar un acuerdo.
Un desafío igual de urgente es la institucionalidad y democratización de la UE. A nivel interno, la UE afronta serios dilemas entre lograr una “voz única en el exterior” en su relación con las grandes potencias, y cumplir con la regla de unanimidad que busca que todos los miembros estén de acuerdo en las decisiones finales, lo cual ha devenido en un desgaste como organización internacional y la pérdida de eficiencia impidiendo una mayor presencia internacional de la Unión Europea, tanto en el ámbito político como económico. Según la internacionalista Esther Barbé, se podría hablar de una “paradoja de la influencia” de la voz exterior europea. En el nivel interno, esta paradoja se manifiesta cuando la UE, a pesar de haberse dotado de mayor institucionalidad y una mayor autoridad con el Tratado de Lisboa, debe afrontar hasta qué punto los Estados Miembros comparten, o no, valores y preferencias y si la representación está centralizada, está compartida o sigue plenamente en manos de los Estados [8].
Por otro lado, cualquier intento de reforma de la UE deberá enfrentar el surgimiento de gobiernos euroescépticos y populistas, algunos de centro derecha o extrema derecha, que ensalzan el nacionalismo como Italia, Polonia, Austria, Holanda y generan una fractura al interior de Europa. En el caso de Italia que desafía a la UE con el incumplimiento a las reglas sobre el déficit, o en el caso donde el Parlamento Europeo aprobó aplicar el artículo 7 del Tratado de la Unión Europea, que establece sanciones “por contravenir los valores fundacionales de la UE” a Hungría donde su líder Víktor Orban viola los principios del Estado de derecho y la separación de poderes al poner en amenaza al poder judicial. En ese sentido, Europa debe ser más eficaz y firme en defender los valores democráticos y liberales, de aquellos gobiernos que estén virando hacia modelo autoritarios no liberales y que cuestionan el modelo económico-social que es un referente europeo.
Finalmente, la Unión Europea afronta una ralentización de su economía. Según el último reporte de la Comisión Europea, “Las perspectivas a corto plazo para la economía europea se ven ensombrecidas por factores externos, como las tensiones comerciales a nivel mundial o la importante incertidumbre política. Dichos factores siguen afectando a la confianza en el sector manufacturero, que es el más expuesto al comercio internacional, y se prevé que debiliten las perspectivas de crecimiento. Como consecuencia de ello, las previsiones de crecimiento del PIB de la zona del euro (19 Estados) en 2019 se mantienen sin cambios, en el 1,2%, mientras que las previsiones para el año 2020 se han reducido ligeramente hasta un 1,4%, [...]. Las previsiones relativas al PIB de la UE se mantienen sin cambios, en un 1,4% para el año 2019 y en un 1,6% para el año 2020” [9]. Así, las idas y venidas de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, y el proteccionismo de Trump incrementan la incertidumbre afectando la economía de la UE.
Referencias:
[1] EFE. 2019. “Cumbre UE-Sur. Los líderes de 7 países del sur de Europa unen fuerzas en una nueva cumbre”, 14 de junio de 2019. Consulta: 29 de agosto de 2019. https://www.efe.com/efe/espana/mundo/los-lideres-de-7-paises-del-sur-europa-unen-fuerzas-en-una-nueva-cumbre/10001-4001036
[2] EFE.2019. “Von der Leyen propondrá a los países de la UE un nuevo pacto en inmigración”, 2 de agosto de 2019. Consulta: 15 de setiembre de 2019: https://www.efe.com/efe/espana/portada/von-der-leyen-propondra-a-los-paises-de-la-ue-un-nuevo-pacto-en-inmigracion/10010-4036021.
[3] Comisión Europea. 2019. “La UE y la crisis migratoria” Consulta: 30 de agosto de 2019. http://publications.europa.eu/webpub/com/factsheets/migration-crisis/es/#what-is-the-eu-doing.
[4] Sanahuaja, José Antonio. 2017. “Crisis de globalización, crisis de hegemonía: un escenario de cambio estructural para América Latina y el Caribe”. CRIES, Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales.
[5] Comisión Europea. 2019. Hacia una economía circular. Consulta: 31 de agosto de 2019. https://ec.europa.eu/commission/priorities/jobs-growth-and-investment/towards-circular-economy_es.
[6] El País. 2019. Resultados de las elecciones europeas por país. 28 de mayo de 2019. Consulta: 31 de agosto de 2019. https://elpais.com/internacional/2019/05/26/actualidad/1558887557_711798.html.
[7]Unión Europea. 2010. Reino Unido. Comercio y economía. Consulta: 31 de agosto de 2019. https://europa.eu/european-union/about-eu/countries/member-countries/unitedkingdom_es.
[8] Barbé, Esther. 2012. “La UE frente a la emergencia de un mundo posoccidental: en busca del prestigio perdido”. Revista CIDOB d´Afers Internacionals, n.100, p. 91-112. Diciembre 2012.
[9] Consejo Europeo. Comunicado de prensa. “Previsiones económicas del verano de 2019: las perspectivas de crecimiento ensombrecidas por factores externos”. Consulta: 31 de agosto de 2019.