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LOS KURDOS: “EL GRAN PUEBLO SIN TIERRA”


Oriente medio se ha convertido en una de las regiones más convulsionadas del mundo debido a las innumerables circunstancias que hacen de este lugar del globo una de los más influyentes, y no solo por la riqueza inconmensurable que reposa en su subsuelo, sino por la importancia geopolítica y estratégica que representa su posición en el mapa. El eterno conflicto Palestino-Israelí, el flagelo del terrorismo yihadista, la rivalidad por la supremacía de la influencia entre saudís e iranís, o la ignota guerra civil en Yemen, son muestra de lo fragmentada que se encuentra esta zona, aun cuando en estos momentos sus naciones persigan un mismo objetivo: la derrota del Estado Islámico; y precisamente uno de los principales artífices del debilitamiento de ISIS, ha sido el pueblo Kurdo. Pero los kurdos no solo se enfrentan a la ideología del terror del Estado Islámico, los kurdos llevan luchando cientos de años por alcanzar el objetivo de constituirse como un Estado-Nación en la tierra que habitan desde el siglo X, el Kurdistán, y ahora parecen estar a punto de conseguirlo.


Los kurdos son la minoría étnica más grande en Oriente Medio que no se encuentra establecida en forma alguna de Estado-Nación. Con una población de aproximadamente 50 millones de personas, ocupan una región sin acceso al mar de cerca de 392.000 km² distribuidos entre Turquía, Irak, Irán y Siria. Poseen una lengua propia, cuyo reconocimiento oficial se limita sólo en la Región Autónoma Kurda en Iraq, y sin reconocimiento alguno en Irán, Siria y Turquía, en donde incluso se llegó a prohibir el uso de su idioma. Son mayoritariamente musulmanes sunitas, aunque poseen una milenaria religión propia, el Yazidismo, que concilia elementos judíos, zoroastrianos, islámicos y maniqueos, y cuya práctica se restringió - a pesar del uso permitido de la Taqqiya[1] - luego de la islamización obligatoria a la que fueron sometidos.


Tras la Primera Guerra Mundial, las potencias vencedores acordaron dividirse Oriente Próximo, especialmente los territorios que habían estado bajo dominio del Imperio Otomano, en zonas de influencia mediante el Acuerdo de Sykes-Picot en 1916 y posteriormente en la Conferencia de Sèvres en 1920. El resultado de la conferencia, fue un proyecto de tratado que reconoció la formación de un estado kurdo exclusivamente en territorio turco, excluyendo a las poblaciones kurdas de Siria, Irán e Irak; este tratado nunca entró en vigor, aunque es utilizado en la actualidad por grupos nacionalistas kurdos como prueba del reconocimiento de su causa independentista ante el derecho internacional, siendo relegado por el Tratado de Lausana de 1923 que instauró el dominio de Turquía, Irán, Gran Bretaña (por Irak) y Francia (por Siria) sobre las poblaciones kurdas.


Pero, el sueño de un Kurdistán soberano se ha mantenido tan incólume y enérgico como cuando empezó su intensa lucha por alcanzar este derecho histórico. Los resultados del referéndum del pasado 25 de septiembre celebrado en la Región Autónoma del Kurdistán Iraquí, le dieron una abrumadora victoria al independentismo con un 92% de aprobación; sin embargo era de esperarse que todo los países de Oriente Medio - con excepción de Israel - no tardaran en responder calificando a la consulta de ilegal; Turquía, Siria e Irán mostraron una férrea oposición, ante la posibilidad de brotes rebeldes en sus zonas con población mayoritariamente kurda, y la respuesta militar de Iraq se apresuró en llegar con la toma de Kirkuk[2], que ha pospuesto y mermado, por ahora, el proyecto emancipador.


La consecución del ideal independentista kurdo se torna cada vez más difícil, el firme y acérrimo rechazo de sus vecinos que ven mellados sus intereses ante una posible secesión, aumentan las probabilidades de pensar que el único camino para establecer una nación soberana es a través de una declaración unilateral de la independencia, pero, más allá de este aparente fracaso, la pregunta es ¿es posible que la Comunidad Internacional reconozca al Kurdistán como un Estado independiente y soberano ante una declaración unilateral? El reconocimiento de un estado es un acto discrecional que realiza otro ante una realidad externa, este reconocimiento no es una condición sine qua non para la existencia de aquel, siendo únicamente una declaración de voluntad para considerarlo como un miembro más de la Comunidad Internacional de tal manera que puedan mantener relaciones de cooperación; para que un estado se considerado como tal o exista es necesario que ostente ciertos elementos, estos son: un pueblo, un territorio, una forma de poder o gobierno y la capacidad de establecer relaciones con otros estados también llamada soberanía externa. El pueblo kurdo goza de todos los atributos para ser considerado como tal, y aunque el único estado que ha mostrado la intención de reconocerlo ha sido Israel, cuyos intereses apuestan a generar una mayor división en la región, gran parte de la Sociedad Internacional ha manifestado un abierto rechazo al referéndum, lo que supone una tácita oposición a la aspiración separatista, y si bien es cierto, el reconocimiento no determina su existencia, las relaciones de cooperación plenas sí requieren de un reconocimiento mutuo, además, el reconocimiento refuerza su personalidad jurídica internacional, incluso respecto de aquellos estados que no le reconozca.




[1] En la tradición islámica, en el ámbito chií, es el acto de disimular las creencias religiosas propias cuando uno teme por su vida, por las vidas de sus familiares o por la preservación de la fe. Se usa más a menudo en tiempos de persecución o peligro.


[2] También llamada “La Jerusalén Kurda” es considerada la capital histórica del Kurdistán. Esta región conserva el 10% de todo el petróleo iraquí. Recuperada por los kurdos tras la irrupción del EI, es ahora una de las zonas en disputa entre la región autónoma y el Gobierno de Bagdad.

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